martes, 24 de marzo de 2015

01-11-1775


Hoy, 1 de noviembre de 1775, me he levantado raro, no sé cómo explicarlo, sólo se que no soy yo al 100 por 100. Sí, es verdad que estoy sólo, ya me he acostumbrado, pero hoy me siento diferente, hay algo dentro de mí que quiere conocer algo más, no siempre lo mismo, con mis vaivenes y mis problemillas de vez en cuando, sino algo diferente a lo de mi día a día, pero en el fondo siento, que si cumplo mi capricho, hay cosas que no van a acabar bien, para nada, y que voy a ser recordado para siempre. Después de llevarme un rato pensando, decido ir a conocer mundo, puede que haya problemas, no te digo yo que no, pero la vida son dos días y no me quiero conformar con ver a alguien de vez en cuando está aburrido y se pone a dar vueltas mi alrededor. De todas formas, me cuesta un poco ponerme firme, después de todo, no quiero hacer daño a nadie ni a nada, pero por una vez voy a ser un poco egoísta, ya estoy harto de que siempre venga gente para lo que le interesa o bien por trabajo, o bien por aburrimiento, y siempre me ensucian todo.
Nada más ponerme en marcha, veo que los animales se alejan de mi, estoy un poco furioso porque no se el motivo, pero sigo con mi camino. Me extraña saber que al poco tiempo de comenzar mi aventura, veo algo raro a lo lejos, me quedé sorprendido al comprender que siempre había vivido tan cerca de esto. Escucho a lo lejos gritos y gente corriendo en todas direcciones, lo primero que pensé fue “¿tan feo soy?”. A medida que me iba acercando, la gente tenía más cara de pánico y soltaban gritos ahogados. Cuando llegué, solo quería conocer a gente, que fueran mis amigos. Me sorprendió cuando vi que todo a mi alrededor se caía, así que muy asustado me eché hacia atrás y por primera vez durante todo mi recorrido me paré a pensar qué estaba haciendo. Un rato después, cuando ya estaba tranquilo, decidí seguir, pero no por ahí, iba a coger hacia abajo. Seguí pegado a lo que el resto de la gente llamaban tierra o superficie terrestre. Después de varias horas de camino, vi que se acababa, que el esto era agua, que no había más tierra, y que justamente a mi lado había un pueblecito; era acogedor y la gente de allí parecía dispuesta a hacer amigos, así que decidí quedarme allí. De repente, miro hacia abajo y el suelo lo veo cada vez más y más lejos, hasta que paré, ¡tenía 12 metros de altura! Cuando acepté lo que me estaba pasando, miro al frente, y lo primero que me fijo es en que hay una gran multitud de personas mirándome, me puse rojo del tirón. A lo lejos pude distinguir como una especie de...¿cruz? Sí, era exactamente eso, una cruz con un cristo, no sabía el porqué estaba allí, ni por qué había muchos hombres debajo de aquella cosa. Pero la verdad, sentí pena, ví la cara de angustia en las mujeres, los niños llorando y los hombres con los ojos cerrados, seguramente rezando a aquel cristo para que no les hiciera daño. Comprendí entonces, que mi lugar era estar solo, en el sitio en el que he nacido, en el sitio en el que me crié, viendo a gente de vez en cuando y a miles de animales nadando junto a mí. Después de esto no volví a salir de allí, ya que todo el mundo me conocía, todos me temían... me llamaron el “Maremoto de Lisboa”


  -Número de palabras: 615

1 comentario: